Guerras, contaminación, conflictos sociales, hambrunas y un montón de calamidades son las que azotan a la humanidad y al mundo en general. Sin embargo esta especie tiene algo particularmente bueno y es la necesidad permanente de ayudar a los demás de manera desinteresada. Es eso lo que mueve a millones de personas a ayudar a los demás a través de este sistema llamado voluntariado.
Los orígenes de este fenómeno son inciertos a decir verdad, pero muchos expertos están de acuerdo en que la religión fue la responsable de “detonar” esto. Particularmente es el cristianismo a quien se señala, y es que muchas de las bases ideológicas de sus miembros consisten en el altruismo y la ayuda desinteresada, además de renunciar a la riqueza y bienes materiales. En los siglos posteriores el concepto se fue “deformando” poco a poco y abandonó el aspecto espiritual para convertirse en algo propio de cualquier persona que se sienta impulsada a hacer el bien.
Una de las características principales de este movimiento es la de llevar a cabo todo lo que vaya a hacer sin esperar absolutamente ningún bien monetario a cambio, y realmente tiene mucho sentido, es allí en donde está la verdadera esencia del altruismo. Otro aspecto a tomar en cuenta está en el propio nombre: un voluntario actuará siempre por una convicción intrínseca propia y de manera altruista que no debe estar condicionada por agentes externos.
Se gana más de lo que se pierde
Es normal que a muchas personas les espante o sencillamente no les guste la idea de hacer tanto esfuerzo a cambio de lo que ellos denominaron “nada”, pero ¿es esto real? Pues realmente no, si bien es cierto que el voluntariado no se remunera con un sueldo o algún beneficio financiero, se gana mucho en el ámbito personal y se puede llegar a crecer mucho como individuo.
Las experiencias, vivencias, anécdotas, aprendizajes y absolutamente todo lo que se adquiere durante el periodo que se es voluntario resulta sencillamente enriquecedor, son cosas que no se pueden conseguir en prácticamente ningún lado. Inclusive el crecimiento espiritual (en caso ser creyente) que se obtiene es invaluable.
El trato cercano con otras personas que están pasando por un momento duro o con el medioambiente en su “versión” más afectada permite tener una visión diferente de lo que es la vida, de cómo funcionan las cosas y de qué es lo que realmente vale; inclusive se puede abandonar el apego a cosas superfluas y materiales.
Pero sin lugar a dudas lo más importante de todo es que gracias al voluntariado una serie de personas pueden obtener ayuda en medio de la adversidad, algo que realmente es necesario y que beneficia a toda la sociedad en general: el mundo será un lugar mejor mientras sea más humano.